Lo hemos dicho en este blog: las listas de espera en la Seguridad Social y la falta de inversiones en el sistema público de salud han llevado a 11 millones de españoles a tener un seguro médico privado, y la cifra sigue creciendo.

La salud de nuestros seres queridos y la propia es lo que más nos importa, sobre todo cuando no la tenemos. En esos momentos necesitamos que nos atiendan cuanto antes, que resuelvan nuestros problemas de dolor, malestar, enfermedad o incapacidad. Las esperas y el no poder acceder directamente a un especialista conducen a contratar un seguro médico privado que complemente lo que la sanidad pública nos ofrece o que sustituya las prestaciones de la Seguridad Social cuando nos interese.

La edad para contratar un seguro médico

Pero los seguros de salud no deben contratarse cuando somos mayores, sino, paradójicamente, cuando menos los necesitamos.

Estas son las razones para contratar un seguro médico cuanto antes:

1. Ser joven y saludable no es una garantía de inmunidad. Nunca se sabe en qué momento vamos a tener que recurrir a un tratamiento o necesitar una intervención, tengamos la edad que tengamos y aunque gocemos de una salud envidiable. Desde la infancia a la vejez nadie está exento de sufrir una enfermedad, padecer un trastorno, adquirir una nueva dolencia o tener un accidente. Por eso da igual que tengamos pocos años. Si nuestros padres no nos incluyeron en su póliza privada desde la infancia, en cuanto tengamos 18 años de edad podremos optar legalmente a firmar un seguro médico privado. Habrá quien prefiera aprovechar su primer trabajo para contratarlo o esperar al momento de crear una familia propia. La edad para contratar un seguro médico nunca debe depender de la buena o mala salud. No pensemos que no vamos a necesitar ir al médico, porque la realidad se encargará de demostrarnos lo contrario.

2. Conforme cumplimos años, vamos teniendo más achaques, o al menos más papeletas para sufrir algún problema de salud. Las compañías de seguros médicos lo saben, y por eso aplican las llamadas preexistencias: patologías, lesiones o problemas médicos que se niegan a asegurar, puesto que el cliente ya los traía de serie, o sea, antes de firmar su póliza.

Cuando intentamos suscribir un seguro médico privado, tenemos que contestar a un cuestionario médico y declarar cuáles son nuestros achaques: la rodilla que nos rompimos esquiando, esa intolerancia que hemos desarrollado a determinados alimentos… Hay que confesar todo lo que tengamos con claridad, sin ocultar nada, porque si mentimos, puede que más adelante nos encontremos con una importante factura o con la expulsión del seguro. Los médicos sabrán pronto si nuestras «nuevas» dolencias estaban ahí y las hemos ocultado.

Preexistencias aparte, puede ser que la compañía que nosotros queremos no nos corresponda: a ella no le interesamos porque nuestro historial le hace suponer que vamos a ocasionarle muchos gastos. O tal vez nos acepte, pero sin cubrir las enfermedades y lesiones que arrastramos de antes. Otra opción es que la compañía de seguros nos pida una sobreprima a cambio de hacernos la póliza, ya que considerará que vamos a hacerle más gasto del normal.

3. Las compañías aplican periodos de carencia. Con el fin de evitar el fraude, es decir, que haya quien contrate un seguro médico privado solo para hacerse una prueba, someterse a un tratamiento costoso o solicitar una intervención quirúrgica y luego darse de baja, las compañías establecen tiempos de carencia; esto es, periodos en los que no es posible acceder a un determinado tratamiento, prueba diagnóstica o cirugía. Esos tiempos van desde un mes hasta los dos años, dependiendo del servicio.

También puede ocurrir que la compañía no cubra una determinada enfermedad que se presente de repente durante el primer año o los dos primeros, con el fin de que el cliente no le haga perder dinero.

4. Existe un límite de edad para los nuevos asegurados. Es normal que cuando el interesado en tener un seguro de salud privado cumpla 65 años las compañías de seguros ya no le quieran como cliente. Aunque la esperanza de vida permita suponer que le quedan 20 o más años de vida por delante, serán años en los que estadísticamente va a necesitar más cuidados y, por tanto, ocasionar más gastos a la compañía. El límite de edad varía según las aseguradoras, pero algunas pueden empezar a poner trabas ya antes de los 65 o, incluso, puede haber compañías que intenten quitarse clientes de en medio conforme cumplen años. Por eso es importante no fijarnos en la edad para contratar un seguro, sino hacerlo pronto y luego mantenerse en él. En caso de querer cambiar de compañía aseguradora habrá que tener cuidado antes de dar el paso, no vaya a ser que nos quedemos sin ninguna. En estos casos conviene pedir asesoramiento a un corredor de seguros experto que nos indique los requisitos de la nueva compañía y nos garantice que seremos admitidos y en qué condiciones antes de dejar la anterior aseguradora.

5. A más edad, más precio. Cuando contratamos un seguro de salud durante la juventud es sorprendentemente barato, pero, con los años, cada vez resulta más caro. Las compañías tienen muy en cuenta la edad para contratar un seguro de salud. Es verdad que harán descuentos adicionales si hay más miembros de la unidad familiar o si se contratan otros seguros en la misma aseguradora si, además de salud, ofrece hogar, automóviles, etc.